jueves, 30 de octubre de 2014

Don Pascual Zarzalejos de las Heras Tordesillas Molina

Extravagante y fetichista, Zarzalejos como era conocido entre los suyos, se veía obligado a usar la tarjeta de los altos directivos que disponían de ella, para aplacar sus tradicionales calentones y desfogarse como a él le gustaba pues en casa con su mujer la coyunda tradicional le dejaba insatisfecho y Matilde que apreciaba los atributos de su marido necesitaba mas.

- ¿Donde has estado toda la tarde? te he llamado mil veces pero contínuamente salía el buzón de voz, lo interrogó su esposa con evidente enfado nada mas oirlo entrar en casa. 
- ¿Donde voy a estar? Trabajando, me quedé sin batería.
- ¿Y por que Pepita me ha dicho que no estabas en el despacho?

 Don Pascual dudó.

- Tenía un asunto que resolver, ya sabes lo de la comparecencia del jueves que me está volviendo loco contestó al fin sin demasiada convicción.
- Pascual no me mientas le dijo mientras el diplomático con quien se había casado el día de la primavera un lustro atrás, hizo una pausa tras saborear un trago del vino de aquella última comisión pero la mirada fija de su mujer no le dejó disfrutarlo, sabía que debía decir algo y para ello se tomó unos segundos antes de continuar; quiero el divorcio le espetó de pronto a su mujer sin alterar en lo mínimo sus formas ni el tono de voz.

Matilde no pidió explicación, lo sabía todo y desde ese momento quedaba libre de remordimientos, ya podría por fin echarse en brazos de Esteban sin tener que esconderse como hasta ahora.

- Cojo ahora algo de ropa y me marcho -continuó hablando don Pascual desde el pasillo que conducía al dormitorio-, de momento estaré en la casa de la playa pero tú no sabes nada y finge tristeza y sorpresa con todo el que hables, ¡ah! me refiero a la que está a nombre de Luis, me llevo el coche nuevo y a Rodrigo, -Rodrigo era el perro con que el embajador de Dickinson le había obsequiado por el apoyo y comprensión personal mostrado a su causa - le decía a su esposa mientras ambos hacían la maleta con indisimulada alegría. En unos días te llamo para recoger mis cosas. Jordi, el abogado de la Caja se encargará de todo. El chófer ese delgaducho que no se como se llama quédatelo tú.
- Ay cariño siempre tan despistado salvo para tus cosas, no es él sino ella, quizá el corte de pelo y el peinado te confundieran, su nombre es Isabel Granados y es lesbiana. En cuanto a llamarme me parece bien, no tardes en hacerlo pero que sea por la mañana, hasta las tres como muy tarde, después estaré ocupada hasta bien entrada la noche, añadió su ninfómana mujer.
- Hasta siempre Elena.
- Hasta siempre Pascual.
Y sin venir a cuento se dieron el beso mas prolongado y pasional de toda su vida.
Don Pascual cogio su maleta y girándose un momento pregunto: ¿Como sabes que es lesbiana?
- Cierra con cuidado cuando salgas.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Doña Enriqueta Clavijo Gómez-Cullera

Apenas llevaba 40 minutos viuda y ya se sentía otra, una mujer nueva, con esa alegría y energía que dan las buenas noticias. Le costaba disimularlo.

Don Vicente desde su ataúd, se encontraba completamente ajeno a los sentimientos de la que había sido su esposa durante los últimos aproximadamente, cinco años. Ese era el límite de cada relación que Enriqueta iniciaba. A los cinco años se le moría un marido.

Tico, como ella lo llamaba cariñosamente cuando lubricaba, descansaba ahora además de rígido mas pálido que de costumbre, pues la maquilladora no hizo del todo bien su trabajo dejando una cara difícil de mirar.

Hasta ahora le había salido siempre bien, entre otras cosas porque se beneficiaba al comisario jefe de la policía. Entre ambos inventaban coartadas, eliminaban pruebas y borraban cualquier rastro que la pudiera implicar o comprometer. Digamos que simplemente no tenía suerte con los hombres y ahí terminaba todo.

Pero ya se le habían muerto tres maridos y Salvador, -el jefe de la policía-, cada vez lo tenía mas complicado. Enriqueta no colaboraba, había llegado el momento de poner las cosas en orden. 

Un accidente de tráfico le pareció lo más cabal después de descartar el suicidio. ¿Que motivos iba a tener Enriqueta para suicidarse? Todos la conocían, era inmensamente rica y podía tener todo lo que quisiera. ¡Que se lo preguntaran al forense!

Simplemente no daba el perfil para un acto como ese. Además Salvador tendría que sortear la siempre incómoda presencia de Inés, la empleada de hogar. Mejor en la carretera comarcal que servía de atajo para llegar a casa y de noche porque no hay luz, elegiría una curva cerrada y despeñaría el auto. 

Dejaría algunos cabos sueltos para que la prensa y las televisiones locales especularan y pelearan por la audiencia. En la Central, quedaría registrado el accidente por exceso de velocidad y conducción temeraria como causa de la muerte. Algo difícil de encajar con un cuerpo dormido pero ese detalle no trascendería. Ahora ya podría dormir tranquilo.

Mandó a Peláez que con los datos que le habia proporcionado redactara un informe. 

- A la orden señor dijo el único testigo. El agente se encontraba en el lugar de los hechos porque estaba inspeccionando el terreno en el que iba a provocar un incendio en el bosque a la mañana siguiente. Ya había elegido tiempo atrás los otros dos focos que tendría el fuego.

Ahora Enriqueta y Vicente volvían a yacer juntos para siempre. Caso cerrado.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Mercedes Fiñón

Ya no podía mas, dos puntos, pero le faltaba valor para un cara a cara con Marga, su pareja, sí, Mercedes era lesbiana o bisexual o lo que hiciera falta ser. No lo podía remediar, ni quería, dos puntos otra vez.

Puso el televisor, bajó el sonido, se sentó en el sofá y allí quedó cambiando una y otra vez de canal para dejar finalmente aquel del rescate de una foca monje. Era el sofá del amor.
Y se vino abajo emocionalmente al recordarlo. No tuvo ni que pensarlo, simplemente ocurrió.

Podía hacer las maletas, establecerse en algún lugar y decírselo por teléfono o con un e-mail, incluso con un mensaje al móvil. Pero en su refinada educación no le parecía ético.

Una nota, eso es, la dejaría sobre la cama junto a un beso, una rosa, y su perfume favorito, como si con eso consiguiera no marcharse del todo.

En el fondo le dolía, eran muchos años y aunque la embarcación en general hiciera agua por todas partes, el sexo era maravilloso. No podía imaginar nada mejor y lo que es peor, sin Marga. Pero el barco se hundía, ya no había pasajeros, tan solo una tripulante y el capitán. Mercedes no sabía que papel ocupar, en rigor se estaba yendo dejando sola a la otra persona ¿Quien era quien? Si ella fuera el capitán, Marga ya no seguiría a bordo pero estaba haciendo todo lo contrario, dejar que Marga fuera la última en abandonar la nave. 

Papeles inversos. El tiempo se le pasó volando y Marga llegó a casa después de una estresante mañana de trabajo, necesitaba relajarse. Se besaron y casi sin pretenderlo se amaron y Mercedes decidió en ese momento mágico del prolongado orgasmo que tuvo, que pese a las dificultades, dos son siempre mejor que uno. Y además a Marga no le importaba meter entre las sábanas a un hombre si Mercedes tenía el día tonto.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Don Jose Manuel Almansa Briones

"Don Manuel" para los amigos, y "Briones" para los enemigos. ¿Quienes eran unos y otros? Situémonos en el espacio y el tiempo. El Madrid castizo de las verbenas, "las tortas ricas y pobres", los "Chulos y chulapas", con sus divertidas letras y puesta en escena, a finales del XVIII.  Cuando las disputas se negociaban a espada o a navajazo limpio. 

Todo o casi todo el mundo tiene amigos y enemigos, y para tener a unos u otros frente a tí o de tú lado algo muy malo has debido hacer. O muy bueno. Cortejar a la moza de otro, mal. Robar un caballo de guerra, bien. Irse sin pagar de la cantina. Dependía de la pitanza y si la mujer se dejaba meter mano.

Recuerdo siendo un chico de poco tamaño a mi señor don José Manuel, batiéndose a espada en un callejón con un desconocido que había pretendido robarle la paga por unos servicios al rey.
La primera estocada ya lo mató pero él siguió haciendo un colador del cadáver antes de que éste diese con sus huesos en el suelo.

-Que lo vean y sepan todos que ni en la capital del mundo hay nadie capaz de vencerme. Ni de lejos.

Pero de lejos un caballero de calidad espoleó a su caballo, se le acercó y preguntó: 
-¿Queréis probar?
- No son horas de pelear además yo estoy cansado y vos no, bebamos juntos si os parece, Que mañana será otro día. ¿Quién diablos sois y quién os envía?
-En cuanto a vuestra primera pregunta poco os importa para la vida que os queda y respecto a la segunda me manda don Eduardo que quiere con o sin batalla la bolsita que ahí lleváis atada al cinto.
-¿Don Eduardo manda a uno de sus mejores hombres para eso? ¡comed y bebed! dijo sonriendo al tiempo que el extraño se desplomaba sobre la sopa.

María Teresa siempre estaba al quite de su señor, le rasgó el cuello de lado a lado, tal y como don José Manuel la había enseñado. Una moneda de plata voló hasta las manos de ella desde el zurrón de Don José.

-Señoras, señores, que ustedes lo duerman bien, yo pienso hacerlo a pierna suelta. Era mas una frase que un hecho en sí mismo pero visto lo que acababan de ver cada uno iría a casa con sus respectivas, olvidando a las rameras que a nada le tenían miedo. Después de estar con un tuerto y con un cojo, Remedios se quedó sin clientela y enfadada tomó un poco de sopa y vino y fue a acostarse, esta vez sola, para dormir.

El dia amaneció limpio y claro vestido de azul Madrid. Don José Manuel y Plinio, con tanto jaleo se me olvidó contarles mi nombre, nos dirigíamos a la Corte. Se había vestido y engalanado bien, incluso me mandó lustrar su espada para la importante visita nada menos que al monarca en el palacio.

Pero no estaba. Mejor dicho estaba montando a caballo por los terrenos de la casa de campo.

-No os esperaba tan pronto dijo nada mas descabalgar, ¿no habéis tenido contratiempos?
-Ya deben estar bajo tierra Majestad, aquí tenéis lo vuestro, el resto sigue camino en el baúl, deben andar por Talavera de la Reina. Si no hay novedad mañana con la fresca del nuevo día, debería cruzar las puertas de palacio y yo mismo seré testigo si vos me lo permitís.
-¿Como no hacerlo querido amigo? Me habéis mostrado fidelidad, ¿Almorzásteis?
-Aun no Señor, lo primero es el deber.
-Bien pues ahora mando que os preparen un baño y un desayuno, os espero a la hora de la comida y ¿este zagal quien es?
-Plinio se llama Señor y es mi paje desde..
-Desde que padre me vendió hace 10 años a doña Paca cuando contaba apenas dos, de manera que si la matemática no falla tengo 12 para trece en Marzo, lo que hacen tres con don José Manuel.
-¡Bravo! dijo el rey entusiasmado, que lo bañen y vistan bien. Sonrió su Majestad; es de lengua fácil. ¡Cuidadlo bien amigo mio!

Ambos se bañaron o mejor dicho los bañaron y después, "Don José" marchó con Romualda a otra estancia, y luego desayunaron como por dos semanas, don José apenas podían moverse para incorporarse al saloncito de fumadores donde el rey despachaba asuntos importantes. De Europa, de todos los frentes abiertos y de su evolución, de las indias y concesión aun de nuevas encomiendas de descubrimiento y nombramiento de gobernadores, de las Filipinas y del Galeón de Manila con su carga, de las plazas españolas de África y hasta de expediciones científicas por todo el mundo.

Mucha gente lo ignora pero el rey de España y todos los monarcas que lo sucedan lo serán también de Jerusalem. Incluso cuando llegara el siglo XX, si es que el mundo no se había acabado para entonces. Es un título honorífico.

-Ve a vigilar a Artax y así bajas la comida, cepíllalo bien, puedes echar la siesta, elije tú el orden, yo voy a ver que se cuece por aquí y que nueva misión me encomienda el rey. Artax era el caballo que se estaba poniendo tibio de buenas hierbas.
-¿Plinio?
-¿señor?
-Tienes libertad para hacer lo que quieras durante un día eso sí, ni acercarte al palacio, te quedas con Artax ¿Entendido?
-Sí señor. ¿Qué hay para mañana?
-¿Que te he dicho yo de preguntarme tanto? vé y disfruta tu día libre. 

Nunca se sabe que va a ocurrir mañana, salvo que al fin de semana sigue un lunes otra vez.(*)

(*) Radio Futura.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Doña Herminia de las Heras y Páez de Bustamante

Doña Herminia estaba loca, pero loca de atar. De hecho se había pasado media vida en manicomios y la otra alejada de la cocina casi siempre atada a la cama para evitar que se dañara o asesinara al primero que se le cruzara en el camino. Éste resultó ser el lechero con quien sintonizaba bien nadie se explicaba la razón, quizá la ausencia de miedo de éste ayudara o su envergadura de dos metros y 13 centímetros. Ni a saltos podría llegar a algún órgano vital de Eusebio por largo que fuera el cuchillo que siempre ocultaba dispuesta a usarlo a la menor ocasión.

Con él solían dejarla sola apartados en el campo pero siempre con los ojos encima de Candelaria, una de las 4 sirvientas que tenía para ella sola.

Dona Herminia estaba de buen ver aunque flaca tenía la fuerza de un hombre epiléptico, cuando se ponía cabezota hacían falta las cuatro mas el cura que siempre estaba por allí, pidiendo para los pobres, para calmarla. Normalmente de un golpe en la cabeza o en la cara, con la sartén intermedia. Eso era suficiente para dejarla inconsciente el problema era encontrarle la cabeza y atizar con la suficiente fuerza. De eso se encargaba Tomasa.

Luego el traslado al dormitorio donde se comprobaba que no pesaba tan poco y a la cama atada con cinchas de caballo convenientemente adaptadas por el tío Paco, que ni era tío ni se llamaba Paco pero la costumbre hace el resto. Lo que sí hacía bien era herrar a los caballos y domarlos además de ocuparse de su cuidado y cabalgar como si estuviera en el lejano oeste.

Su verdadero nombre era Rosales así que el cambio por Paco le pareció bien y con Paco se quedó.

Doña Herminia y el lechero paseaban por el campo, a ratos se tumbaban bajo algún árbol y hablaban de sus cosas. ¿De que cosas? Nadie lo sabe, pues siempre andaban solos aunque cada vez se les viera mas tiempo y mas juntos.

El lechero le transmitía de algún modo la paz que en su vida siempre dirigida a ser la perfecta mujercita, -le habían arrebatado infancia y juventud y la influencia de don Hernán en casarla con Rubianes el rico del pueblo-, habían ejercido sobre ella.

Al contrario de lo que cabe pensar Eusebio no era un hombre rudo aunque si fuerte además de grande, podía coger a doña Hermínia con un solo brazo si se lo proponía y lo hacían a menudo. Una pequeña distracción como cualquier otra en aquellos enormes terrenos que un día deberían haber sido de doña Herminia pero cuya familia ya se había encargado de inhabilitarla y de repartir entre los hermanos, la enorme finca de los Heras y Páez de Bustamante.

Cuando Herminia despertó llamó a Candelaria para que la desatara inmediatamente.
- ¿Está Eusebio por ahi?
- No lo se Señora
- No lo se, no lo se ¿y que sabes tu pedazo de mula? Si no me desatas ahora mismo juro que te mataré-
- Entiendo Señora ahorita lo mando a buscar ¿si? y luego les dejamos solos.
- Pues ve, inútil, no se para que os pago

Lo de pagar era una frase hecha pues no había dinero alguno mas que techo y comida, toda la que quisieran eso sí y la Candelaria se ocupaba del poco efectivo de doña Herminia y que no pasaba de 10 millones de pesetas.

Candelaria era la jefa de la casa, luego estaban la Tomasa, Vicenta y Maria a quien el cura quería convertir en monja y le soltaba cada sermón que según los escuchaba mas se le quitaba la idea de la cabeza. Lo de ser monja le venía de pequeña cuando un grupo de siervas de Dios hizo parada en la finca para hacer noche y entre que se pone el sol y se va del todo, después de cenar se pusieron a cantar, que en verdad era lo que a María le gustaba.

Su sueño era ser cabaretera y cantar cuplés picantones. Ademas se le daban muy bien los boleros.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Doña Jimena Garrincha y Lópeces de Ayala

La niña había crecido con un nombre peculiar y estas cosas marcan mucho. Si lo miras con los ojos de la historia verás a la esposa del Cid Campeador y sentirás envidia por el bueno gusto de sus padres al elgirlo, aunque el "doña" no lo llevara hasta que se casara o quedara soltera y fuera cumpliendo años, pero si te dejas llevar por lo prosaico de la vida, asociarán siempre tu nombre a un dulce, un turrón concretamente, y habrá burlas, risas y chanzas. Te perseguirá durante toda la vida.

Por eso es importante marcar distancia con los demás incluso a riesgo de caer mal, circunstancia que a Jimenita no le preocupaba lo más mínimo. Nunca tuvo amigos ¿Para que?

Tenía una dormitorio enorme, estanterías, la cama y un armario lleno de muñecas de esas de porcelana que te miran como si estuvieran muertas. Cosa que en rigor era cierto pero es que estás eran tantas y te miraban todas a la vez que ponían la piel de gallina al mas pintao.

Cuando doña Jimena venia de oir al cura del pueblo sobre una charla de sexualidad, se quedo tirada en la carretera con su coche que ya era viejo cuando lo compraron allá por 1966 entonces como ahora los conductores paraban para ver si pillaban cacho pero en eso Jimena era muy estricta,

-"es por ahi que sale humo" dijo con voz firme. ¿me va a violar? dijo con voz entre temblorosa y no sin cierto deseo, el hombre parecía aseado. 
-¿Violarla? ¿que cosas dice usted? mi religión lo prohibe.
-¿que religion es esa? quiso saber ella.
-La iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos días, soy mormón.
-¡Santo Dios Bendito! dijo ella entre dientes que solo conocía a Mahoma y Buda, así de oidas.
-no pasa nada señora, eso de que siendo soltera y con treintaypocos la llamaran "señora" le ponía al borde del ataque de una cuchillada pero antes debía tener el coche arreglado para huir de la escena del crimen, por eso nunca tocaba nada, una mujer precavida que duda cabe.

- Le ponemos agua para enfriarlo, esperamos un rato, llenamos el depósito y ponga la calefacción hasta que llegue a su destino aunque estemos en junio, lo puede combatir bajando las  ventanillas como hago yo ¿quiere ver mi camión? Un camión forrado con calendarios de los últimos diez años y mujeres desnudas. Echó una mirada y desistió al ver el interior con tanta competencia femenina.

- Muy amable dijo al barbado y barrigudo camionero que bajó a ayudarla, iba a darle un billete de esos que no quiere nadie porque están rotos y pegados pero se lo pensó vez y media y se dijo a sí misma "para qué yo no he obligado a nadie a parar, bastante que no he tenido que usar el cuchillo"

Tenía una pistola pero suelen dejar restos en manos y se puede seguir su pista, un cuchillo era mejor pensaba ella que sabía como hacerlo para no mancharse de sangre y lo llevaba siempre en el interior del coche. Un cuchillo para seccionar una garganta o llegar al corazón.

Había usado muchos matando vacas en sus años mozos y aprendió como usarlo sin dejar marcas de sangre en su ropa, además siempre llevaba un vestido extra para casos de necesidad y un mechero para deshacerse de las pruebas, lo tenia bien estudiado así un camionero barbado y barrigudo no fuera una vaca se le aproximaba bastante.

El cura lejos de calmarlas las tenía en un estado de constante excitación sexual. Sed fuertes y no os dejéis llevar por los hombres salvo si es en el santo matrimonio y con el fin de procrear.

Cuando el coche estuvo listo el camionero se le quedó mirando y esperando, entonces ella, se puso un guante y sacó un billete de 100 pesetas. Roto y repegado. Por fin iba a deshacerse de él.

viernes, 13 de septiembre de 2013

doña Virtudes Mariscal de Robles Gómez

"La doña", como la llamaban en casa sus sirvientas filipinas, jamás había visto desnudo a Edmundo Gómez y Edmundo Gómez en correspondencia tampoco. Cabe decir que ambos eran marido y mujer.

Durmieron un mes en una cama matrimonial que enseguida cambiaron por una para cada uno. ¿Que como tuvieron a un hijo? lo explican los picores descomunales de Edmundo y la cama matrimonial.

Luz apagada, a oscuras, sin quitarse el pijama y usando Edmundo un agujero que Virtudes hizo a su camisón recuerdo de la bisabuela del dia de la boda de aquella, no sin antes derramar un millón de lágrimas. Aunque el camisón tenía cientos de agujeros ninguno coincidía donde tenía que estar. Lo arregló con dos botones para no pasar frio. Fácil, desabrochar y abotonar después.

- Tú no me quieres le espetó. Si me quisieras me respetarías. Solo anhelas mi dinero dijo en un arranque de furia. Aunque éste -el dinero- no lo fuera del todo hasta que su padre falleciera y desde luego no parecía tener prisa por marcharse. Ella hablaba ya en pasado. Los años no lo son todo, "hay accidentes" dijo enigmática.
- Que sí mujer todos los que se quieren lo hacen y se tocan el cuerpo desnudo.
- ¿Que hacen que has dicho?
- Que se tocan, el hombre los pechos a su esposa y ella los bajos del marido y se besan y susurran cosas bonitas al oido.
- ¿Y tu como sabes todo eso?
- Mujer ya sabes que me gusta mucho el cine y la novela.
- Sí pero en el cine eso no se ve...
- Ni en los libros tampoco pero se imagina y deja ya de hacerte la remilgada, en el fondo estoy seguro que quieres probar.
- Ni en el fondo ni en la superficie. Hagamos ese hijo que tanto deseas que no se si es por él o por estar en mí moviendote como Lolo. Lolo era el perro guardián, un caniche que todos los días se echaba encima del cartero, mujer u hombre y empezaba a rozarse contra sus piernas. De él aprendió Edmundo todo cuanto mas o menos necesitaba saber.

Su esposo Edmundo Gómez siempre le pareció poco para ella pero como todos los buenos mozos se iban a la capital, Bilbao o Barcelona a hacer dinero, cada vez quedaban menos hombres y no quería ser la solterona del pueblo así que un día que Edmundo estaba tumbado debajo de un almendro con una pajita en la boca, se le insinuó y él enseguida se erectó. No tenía costumbre y aquello era tan nuevo que no lo pudo evitar, ella desvió la mirada coqueta y se puso a hablar de las trivialidades acerca del matrimonio, como para enfriarlo pero no dando resultado, en esto que a sus espaldas y al grito de yeeeeepaaaaa lo vio correr y tirarse de cabeza al río. Ofició el párroco don Rómulo Remo y la familia tiró la casa por la ventana. Literalmente. Había que crear nuevos espacios y darle un halo de romanticismo así fuera los primeros días y fingidos el resto de años.

Una maceta por aquí, unas cortinas nuevas y una alfombra para el salón, una jaula para Jazzy que era una especie de loro que no paraba de hablar ni para coger aliento. También se aprendió algunas canciones de las que escuchaba Edmundo en su tocadiscos de ultima tecnología traído de Suiza.

Era la mujer mas rica del pueblo y tenía que notarse, hasta les dio unas pastas a sus sirvientas. Don Rómulo Remo que aunque estaba de servicio pegó un buen trago de vino traído especialmente de las bodegas en un barril en el que ponía "Condado de Puerla. Gran Reserva 1866". Y ésta era sin duda una gran ocasión.

Todo transcurrió entre dimes y diretes, felicitaciones y falsos halagos al vestido de la novia, al novio le había prestado un traje el enterrador y no le quedaba nada mal. Aquel ya sabía que tendría un cliente en pocos años porque Virtudes era insufrible, hasta para los cerdos de la cloaca que se alejaban cuando ella visitaba las cuadras y los caballos temerosos se echaban hacia atrás para no ser montados por sus 80 kgs de carne y ropaje de amazona con sombrerero y todo y lo que era peor, en el uso y abuso de las espuelas y la fusta. Montaba como un hombre, nada de paseos de lado.

Una vez elegido el caballo abrían las caballerizas y al grito de yeeeeepaaaaaaaaaaa se disponía a pasar una agradable mañana mientras sus criadas recogían bellotas.

domingo, 8 de septiembre de 2013

don Cojonciano Bartolomé de Hinojosa

Su madre con 99 años lo único que recordaba era el nombre que el bruto de su marido eligió para aquella criatura que no paraba de hacer ruidos y moquear.

- Me tiene hasta los mismos cojo...¡por Dios haz que se calle de una vez!, ahora, que éste se va enterar.

Sin embargo aquella anciana ni siquiera recordaba a su marido, es mas no se recordaba casada, sino monja en el convento de las Siervas Descalzas del Santo Invierno en Teruel.


El pintauñas de la mesita de noche se lo recordaba al ir a acostarse y en ese entonces se dejaba caer desmadejada de rodillas sobre un viejo cojín y se ponía a rezar el Jesusito de mi Vida y otras mil cosas a todos los santos que creía recordar o inventaba hasta que la Antonia la encontraba rocando como un oso pardo en los meses de hibernación, y sobre un charco de saliva encima de la colcha. Había desarrollado un método para acostarla rápida y cómodamente, cómodamente para la Antonia se entiende. Esto ocurría como a la hora de las brujas, los viejos, ya se sabe duermen poco y madrugan mucho.

Hacía buenas "migas extremeñas" la Antonia, y rosquillas como para desayunar un regimiento entero de infantería durante la primera gran guerra. Pero la vieja tenía buen saque. Nadie en la familia veía la hora en que doblara el folio y comenzara el reparto de la herencia.

Justo el año que nació Cojonciano, aquí en España nos enteramos de lo de la gran guerra, la prensa nos mantenía mas o menos informados y los chavales que vendían directamente en la calle, sacaban algunas monedas, inmediatamente confiscadas por sus progenitores.

Como el español es esencialmente envidioso unos años después montamos nuestra propia guerra, que evidentemente íba a ganar un español. Gallego y bajito para más señas. Y luego vinieron años de hambre, penuria y pobreza. Tuvo que pasar mucho tiempo hasta recuperar los niveles de vida anteriores a la contienda. La división entre las dos Españas sigue vigente aun hoy. Increible pero cierto.

Dicho lo cual y como el hombre es el único animal que tropieza tropecientas mil veces en la misma piedra y viene haciendo guerras desde que el mundo es mundo, el mundo decidió superarse a sí mismo y enfrentarse en una confrontación global a gran escala no como las maquetas que don Cojonciano tenía en su cuarto de juegos, que hasta contaba con un terrenito para minigolf y un billar de los buenos junto a un caro piano que su padre le compró inútilmente, porque don Cojonciano queria ser actor, así como lo oyen.

Una tarde se hizo un petate y marchó a Madrid a probar fortuna pero no estaban las cosas para mas aventuras por muy bien que aquel bailara claqué.

Probó en todo tipo de antros en uno de los cuales conoció a Dolores que no era su verdadero nombre es que le dolía la entrepierna debido a su trabajo. Como tantos otros fué su primera mujer a la que pagó con una cajetilla de cigarrillos de los buenos, traídos del extranjero.

La Dolores no estaba ya para muchos trotes aunque alguno se llevaba y con las chicas que venían a servir a la capital se quitó el trabajo sucio de encima para endiñárselo a aquellas infelices, aunque muchas pronto encontraron novio que la retiraba, tal fue el caso de don Cojonciano que se enamoró perdidamente de Lucita. Llegaron a casarse y todo y como el Señor en su infinita sabiduría no quiso que la pareja tuviera descendencia, así lo intentaran de todas las maneras que contaba el libro aquel, comprado de extranjis haciéndose pasar don Cojonciano por doctor en medicina nada menos que por la Universidad de Salamanca, cuyas piedras no había pisado en su vida.

Ambos dos fueron envejeciendo en una mitad de siglo duro, ya que siempre faltaba algo hasta que llegaron el turismo y las suecas en bikini que alegraban la vista, eso cuando Lucita no le arreaba un mamporro en el ojo don Cojonciano que se lo dejaba inservible para la visión por un buen rato.

Don Cojonciano decidió entonces poner tierra de por medio y se alejaba de su mujer para que esta no le llegara a tocar. Después se fueron alejando más hasta el fallecimiento del esposo. Lucita volvió a casar con un tratante de comercio y doña Paquita la señora madre seguiría cumpliendo años y pasando siglos hasta los 103 años, como el Brandi 103.

Adolfo González del Valle. 2012 - 2015 ©. Puedes contactar conmigo en: fotosderipley@gmail.com